
La maternidad, sinceramente, es un tema muy complejo. Me toca de cerca, porque soy mamá y, a veces, no sé si lo estoy haciendo bien o no, y junto con ello el estrés. No voy a entrar en debates, pero creo que para entenderlo, hay que vivirlo.
No sé si a vos también te pasa, pero muchas veces recibo tanta información de afuera. Ya sea de diferentes personas, redes o incluso desconocidos ,que termino mareada, cuestionándome todo lo que hago.
Pasé por momentos de estrés, de juzgarme por no encontrar la paciencia, por reaccionar ante cosas pequeñas… cuando en realidad venía acumulando y ese “pequeño detalle” fue solo la gota que rebalsó el vaso.
Tranquila. Es completamente entendible pasar por miles de estados de ánimo, de dudas, de momentos en los que no sabés si vas o venís… o si lo estás haciendo bien. Por eso te comparto estos consejos que, de corazón deseo, te ayuden en esos momentos que creemos que no podemos más.
Además darte unos pequeños ejercicios para ayudarte a pasar ese momento de la mejor manera.
——–
🌿 1. Reconocer que estás estresada no te hace débil, te hace humana.
A veces sentimos que si reconocemos el estrés es como “fallar” en nuestro rol. Pero es todo lo contrario. Reconocer lo que te está pasando es el primer paso para cuidarte y también para cuidar mejor. Porque no podés dar desde el agotamiento constante.
📝 Tip práctico:
Tomate 2 minutos al día para preguntarte con sinceridad:
¿Cómo estoy hoy? y ¿Qué necesito?. Es un pequeño hábito que puede cambiar mucho.
😌 2. Respirar conscientemente: tu aliada silenciosa.
Puede sonar simple, pero detenerte a respirar de forma consciente tiene un efecto real en tu sistema nervioso. Te ayuda a bajar el ritmo, oxigenarte y calmar la mente.
📝 Probá esto:
Inhalá en 4 tiempos, sostené 4, exhalá 4. Repetí durante 1 minuto. Incluso si estás con tu hijo/a, podés hacerlo mentalmente.
La respiración consciente puede ayudarte a bajar la tensión y a recuperar calma en medio de un día agitado. Solo unos minutos de respiración profunda pueden marcar la diferencia en cómo tu cuerpo responde al estrés. Según la Mayo Clinic, practicar técnicas de respiración profunda ayuda a reducir la presión arterial, mejorar la concentración y relajar el sistema nervioso.
💬 3. Permitite hablar de lo que te pasa (sin culpa).
Guardarse todo adentro suele aumentar el estrés. Hablar de lo que te preocupa, ya sea con una amiga, tu pareja o un profesional, es una manera de aliviar la carga.
No significa que tengas que dar explicaciones de todo, sino de abrir un espacio seguro donde expresar cómo te sentís. Muchas veces, poner en palabras lo que pasa por tu mente ayuda a ordenarlo y a verlo con más claridad.
Y lo más importante: no te sientas culpable por necesitar desahogarte. Pedir ayuda o compartir emociones no te hace más débil, al contrario, demuestra que sabés cuidar de vos misma.
A veces, una simple charla puede convertirse en el cable a tierra que necesitabas para bajar la tensión del día.
En mi caso, voy al psicólogo porque necesito y merezco darme ese acto de amor propio y por sobre todas las cosas, descomprimir toda la carga que traigo encima. Por eso no dudes ni tengas miedo de hablar, merecemos estar bien.
📝 Recordatorio: No estás sola. Ser mamá no significa cargar con todo en silencio.
🧘♀️ 4. Microdescansos: tu salvavidas del día
A veces pensamos que para descansar necesitamos una hora libre, pero la realidad es que los microdescansos de apenas 3 a 5 minutos pueden marcar una gran diferencia. Levantarte de la silla, estirar los brazos, respirar profundo o mirar por la ventana unos segundos son pequeños gestos que “reinician” tu mente.
Estos momentos cortos ayudan a bajar el nivel de estrés acumulado y te devuelven energía para seguir.
Incorporar pausas conscientes en la rutina es como darle al cuerpo y a la cabeza un botón de reset. Podés programar recordatorios en tu celular o simplemente aprovechar cada cambio de actividad para regalarte esos minutos.
Lo importante no es la duración, sino la constancia: muchas pausas pequeñas valen más que un descanso largo que nunca llega.
🌟 5. Cambiá el diálogo interno: sé tu mejor aliada.
La forma en que nos hablamos a nosotras mismas influye directamente en cómo nos sentimos. Muchas veces, sin darnos cuenta, nos exigimos demasiado con frases como “no llego a nada” o “no soy suficiente”.Cambiar ese diálogo interno por palabras más amables puede transformar tu nivel de estrés.
No se trata de ignorar lo que te pasa, sino de tratarte como tratarías a alguien que querés mucho. Podés empezar reemplazando críticas por frases de apoyo: en lugar de decir “todo me sale mal”, probá con “hoy fue un día difícil, pero estoy haciendo lo mejor que puedo”.
Parece un detalle, pero tu mente escucha y responde a esas palabras. Recordá: ser tu mejor aliada es un acto de autocuidado tan poderoso como dormir bien o alimentarte sano.
✨ Bonus: un tip diferente que te puede sorprender.
Sacate una selfie o mírate al espejo… y sonreí. Aunque suene raro, estudios muestran que el simple acto de sonreír (aunque sea forzado) puede enviar señales al cerebro que activan sensación de calma. Proba frente al espejo. A veces, lo que necesitamos es vernos con ternura.

💖 Recordá!
Mamá, no estás sola. Estás haciendo un trabajo inmenso, invisible y muchas veces agotador. Pero también es valioso, amoroso y profundamente humano.
Respirá. Abrazate. Y si un día no podés más… recordá que eso también está bien. 🌷
Artículos Destacados: